Visitando los campos de wasabi

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Este pasado abril partí en un viaje junto a Marta de Origen Design para enseñarle un Japón más rural. Habíamos estado en Tokio unos días trabajando y ambas queríamos un día más tranquilo. Recordé un sitio donde aún no había ido pero que hacía tiempo que quería visitar, y así acabamos cogiendo un tren tres horas a través de las montañas para ver los campos de wasabi de los alpes japoneses.

Seguro que muchos ya sabéis qué es el wasabi, esa guarnición picante que a menudo ponen en el sushi y otros platos japoneses. Bien, pues en realidad el wasabi cuesta mucho de cultivar porque necesita mucha atención, y agua fresca constante. Muchos restaurantes usan rábano rusticano en vez de wasabi natural.

Pero estos campos donde fuimos están abiertos a visitantes y son unos de los más grandes del país.

^ De camino a los campos, vista desde el tren.

Justo al llegar a la estación, se nos acercó un señor para preguntar si queríamos alquilar bicicletas y siquiera unos minutos más tarde ya salíamos del pueblo sobre dos ruedas y con un mapa enganchado al volante. En vez de ir directas a la granja, cogimos el camino largo que pasaba por campos de arroz, un par de templos pequeños y un túnel de árboles al lado del río. Se puede ir caminando a los campos en una media hora o así, pero las bicis hicieron un día caluroso muy agradable.

^ Uno de los templos de camino. Estos zapatos los llevan los tengu, una criatura legendaria muy popular del folklore japonés.

Una estatua de Jizo, guardián budista de los niños.

¡Ya mencioné una vez las curiosas tapas artísticas de Japón! Esta muestra los alpes japoneses con nieve y flores.

Hay que decir que finales de abril no es el mejor momento para ver los campos de arroz, aún están secos, pero teníamos los alpes japoneses de fondo con nieve!

Los campos tienen entrada gratuita, así que en llegar simplemente aparcamos las bicis a la entrada y cogimos uno de los diversos caminos que rodean la granja. Aquí vienen las fotos:

Este molino y río aparecen en la película “Sueños” de Akira Kurosawa. El wasabi necesita agua muy fresca y limpia para crecer bien, así que no hay mejor lugar que al pie de los alpes donde pasa la nieve en derretirse.

Habíamos comprado un bento en la ciudad esa mañana para hacer un pícnic. Pero los más aventureros pueden ir al restaurante y comer fideos de wasabi, arroz de wasabi, cerveza de wasabi o el “wasabi set” con numerosos platos wasabi.

Yo probé el zumo de wasabi. Tenía gusto a zumo de limón normal, pero en mezclar el wasabi que podéis ver en la foto encima del limón, la bebida empezó a picar… ¡tuve que comer un helado de wasabi más suave después para aliviar un poco el sabor!

También venden wasabi fresco a la salida para los que preferís la planta simple. Compré un pequeño snack para mi familia… ¡aunque no sabían que era gusto a wasabi!

En fin, nos lo pasamos muy bien y en realidad estuvimos un par de días más en esa zona visitando otros pueblos.

 

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